
Si estás más en el lado del diseño, hay uno muy bueno sobre Introducción al Diseño de la Interacción Hombre-Máquina a cargo de Scott Klemmer con videos de sus clases y el programa completo de la asignatura.
¡A disfrutarlo!
Comunicación, diseño y tecnología
Activo desde 2005 hasta 2019.
Sebastián Thüer · ·

Si estás más en el lado del diseño, hay uno muy bueno sobre Introducción al Diseño de la Interacción Hombre-Máquina a cargo de Scott Klemmer con videos de sus clases y el programa completo de la asignatura.
¡A disfrutarlo!
Sebastián Thüer · ·

En el momento de su lanzamiento me planteaba que era mucho más que una alternativa a Twitter puesto que Buzz estaba integrado al ecosistema de aplicaciones de Google con posibilidad de compartir video desde YouTube, fotos desde Picassa y contactos desde Gmail, por ejemplo. Pero en la práctica, falló porque nadie le encontraba demasiada utilidad.
Prácticamente no conozco quien haya utilizado Google Buzz durante demasiado tiempo. A lo sumo, se limitaban a publicar actualizaciones de estado de modo centralizado que llegaban a un conjunto de redes sociales -Facebook, Twitter, MySpace, LinkedIn- pero sin agregar demasiado valor. En mi caso, cada vez que me metía en Buzz terminaba con la sensación de estar perdiendo en tiempo y no encontrar nada interesante que no me llegara por otros canales.
Los pasos en falso en temas de privacidad terminaron por afectar su reputación. Probablemente esto determinó que Google Plus fuera planteado con una filosofía diferente. Básicamente, no querer reinventar la rueda y proponer alternativas que superen a sus competidores en cuestiones de sentido común.
La sensación de limpieza y orden que tiene el muro de Google Plus respecto a Facebook, la agrupación de contactos por círculos y la posibilidad de compartir fácilmente información con ciertas personas fueron aciertos que no llega de ingenieros iluminados sino desde el lugar del usuario común.
Como dice Mathew Ingram en GigaOm, la desaparición de Google Buzz y Jaiku -similar a Twitter y comprado por Google en 2007- nos deja dos importantes lecciones. Primer lugar, que la gente quiere compartir cosas pero le preocupa la privacidad. En segundo término, que no basta construir aplicaciones y plataformas para sentarse a esperar que las personas las utilicen. Hay que observar a los usuarios para ver lo quieren y facilitar que terceros puedan desarrollar soluciones para ellos. Algo que Twitter ha sabido hacer casi a la perfección.
Sebastián Thüer · ·
Este viernes en lugar de la habitual infografía me ha parecido interesante compartir este poster basado en fragmento del famoso discurso que dio Steve Jobs a los graduados de Stanford en 2005.
El trabajo es obra de Luke Beard y es interesante como solo con el uso de la tipografía logra enfatizar ideas, agrupar conceptos y lograr una composición original, equilibrada y fácil de leer.
Si te gusta, el poster está a la venta por 17 libras aunque por ahora solamente dentro de Reino Unido. Lo recaudado será donado al Cancer Research UK
Sebastián Thüer · ·

Si no hay demasiadas exigencias, la tarea se puede hacer con el software de reconocimiento de caracteres que trae Microsoft Office. Pero si buscamos agilizar el flujo de trabajo y obtener mejores resultados hay que acudir a una solución profesional.
ABBYY FineReader lleva bastante tiempo en el mercado y con el correr de los años se ha ido consolidando en este segmento que utiliza fundamentalmente el sector educativo, legal, financiero y gubernamental. Este es el análisis de sus principales funcionalidades de ABBY Fine Reader 11.
La puesta en marcha del programa es bastante sencilla. Luego de la instalación, el programa pide permiso para ejecutarse y accedemos a la pantalla principal con una lista de tareas posibles a realizar: digitalizar una imagen, digitalizar y convertir el documento a PDF. Una opción interesante es que podemos generar directamente un libro electrónico convirtiendo el documento a HTML o EPUB con lo cual ahorramos muchos pasos intermedios.

El punto verdaderamente fuerte del programa es la tecnología de reconocimiento de caracteres. Funciona realmente muy bien aun en imágenes que no tienen el texto demasiado nítido. Además, tiene un sistema inteligente que le permite reconocer encabezados, pies de páginas y otros elementos repetitivos de una página que no forman parte del documento central.
Por ejemplo, probé con algo no convencional como un libro de cocina y el programa fue capaz de reconocer correctamente los diferentes bloques de texto como título, descripción, lista de ingredientes, preparación y presentar de forma separada la fotografía del plato.
La nueva versión del programa tiene como novedad la reorganización del flujo de trabajo lo que hace más intuitiva la utilización del programa. De hecho, se han enfocado en facilitar la tarea a los usuarios ocasionales y no especializados que de improviso se ven necesitados de acudir a un software de reconocimiento de caracteres.
En este sentido, hay que destacar que la interfaz es muy intuitiva y fácil de usar. Las funciones más habituales son rápidamente accesibles y el entorno de trabajo es muy amigable.
La otra novedad es una mayor velocidad de procesamiento. Por ejemplo, tiene un modo de procesamiento rápido que –aseguran- es un 70% más veloz que la versión anterior. En el modo convencional, la mejora en el reconocimiento de caracteres llega hasta el 25%.
Algunas otras pequeñas novedades que facilitan el trabajo de procesamiento tienen que ver con la posibilidad de corregir brillo, contraste y nivel de las imágenes obtenidas directamente desde el programa sin tener que acudir a un editor de imágenes. Algo bastante útil si trabajamos con fotocopias de baja calidad y hojas con manchas de tinta. La nueva versión también mejora la detección de tipografías y estilos en el texto para poder representar adecuadamente negritas, cursivas y subrayados, entre otros.
Una función que me pareció especialmente interesante es la posibilidad de generar ebooks a partir de documentos escaneados con muchas opciones de salida: ePub, FB2 e incluso transferirlo a Kindle mediante una cuenta de Amazon.
Estuve evaluando el software por un par de semanas. Tengo que aclarar que no soy un usuario asiduo de este tipo de programas porque intento prescindir del papel tanto como puedo. Sin embargo hay situaciones inevitables como cuando el archivo original no está disponible en formato digital.

Mi impresión general es que el sector de software de OCR ha evolucionado mucho y poco tiene ver con la época en que utiliza un escáner de forma habitual. La verdad, da más pereza conectar el scanner a mi notebook que utilizar el programa que guía todo el proceso en pasos muy sencillos.
Probé realizar reconocimiento en documentos de diferente tipo (libros, fotocopias, impresiones en chorro de tinta de diferente calidad) y la precisión del software es notable. Además, detecta números de página, encabezados y notas al pie con lo cual el archivo necesita muy pocas modificaciones.
Otro punto fuerte: es muy fácil generar eBooks con lo cual rápidamente puedo llevar un documento de papel a un dispositivo móvil. También permite guardar de forma nativa en formatos para Microsoft Office, Open Office y PDF.
En síntesis, ABBYY Fine Reader es la opción profesional para digitalizar documentos y es difícil encontrarle un punto débil. Completo, sencillo de utilizar e incluye una serie de software complementario como ABBYY Screenshot Reader para digitalizar capturas de pantalla y, en la versión corporativa, un ABBYY Business Card Reader que permite digitalizar tarjetas de presentación.
El único detalle a señalar es que la versión para Lationamérica tiene la interfaz de instalación en portugués, aunque una vez finalizado el proceso se puede cambiar a español. Ya está disponible la nueva versión con interfaz en español para lationamérica a un precio reducido que contiene solo los idiomas más habituales.
Quizás, en mundo ideal donde la utilización del papel se reduzca al mínimo imprescindible la utilización de este tipo de software sea cada vez menor hasta transformarse en un segmento marginal. Sin embargo, mientras los gobiernos, el sistema legal y las universidades sigan siendo grandes productores y consumidores de información fijada en celulosa seguiremos usando software de este tipo.
Sebastián Thüer · ·
El tiempo de respuesta de un sitio es una variable crítica para la experiencia de usuario. En el caso de las redes sociales, con mayor razón debido a la importancia de conocer lo que esta sucediendo justo en el preciso instante en que estoy delante de la página.
Por eso es interesante conocer esta evaluación de la compaía SmartBear que hizo una investigación sobre la confiabilidad de los social media en el tercer trimestre de este año. El estudio considera la carga del sitio completo, esto es, con imágenes, animaciones, Flash, JavaScript y demás tecnología que utilice.
Facebook se adjudica con comodidad el primer lugar con un tiempo de carga menor a 1 segundo, bastante por encima del promedio de 2,29 segundos. Le sigue LinkedIn con 1,33 segundos y YouTube con 1,58. Twiter y MySpace están por encima del promedio con una performance bastante mala, en el último caso superior a los 5 segudos.
Si hay algo más molesto que una página lenta es un sitio caído. YouTube obtuvo la mejor medición con una disponibilidad en el 99.98% durante un trimestre. Facebook se acerca bastante con un 99.96% y luego sigue el resto con un Twitter en cuarta posición y por encima de la media. Nuevmanete MySpace da la nota con un inaceptable 98,75% para un sitio de su envergadura.