La noticia algunos días pero se me escapó en su momento: Google Buzz desaparece y será absorbido por Google Plus. Lo noté recién hoy al hacer login en Gmail. Lanzado en febrero de 2010, el primer intento de Google por ingresar en el mundo de las redes sociales llega a un final previsible.
En el momento de su lanzamiento me planteaba que era mucho más que una alternativa a Twitter puesto que Buzz estaba integrado al ecosistema de aplicaciones de Google con posibilidad de compartir video desde YouTube, fotos desde Picassa y contactos desde Gmail, por ejemplo. Pero en la práctica, falló porque nadie le encontraba demasiada utilidad.
Prácticamente no conozco quien haya utilizado Google Buzz durante demasiado tiempo. A lo sumo, se limitaban a publicar actualizaciones de estado de modo centralizado que llegaban a un conjunto de redes sociales -Facebook, Twitter, MySpace, LinkedIn- pero sin agregar demasiado valor. En mi caso, cada vez que me metía en Buzz terminaba con la sensación de estar perdiendo en tiempo y no encontrar nada interesante que no me llegara por otros canales.
Los pasos en falso en temas de privacidad terminaron por afectar su reputación. Probablemente esto determinó que Google Plus fuera planteado con una filosofía diferente. Básicamente, no querer reinventar la rueda y proponer alternativas que superen a sus competidores en cuestiones de sentido común.
La sensación de limpieza y orden que tiene el muro de Google Plus respecto a Facebook, la agrupación de contactos por círculos y la posibilidad de compartir fácilmente información con ciertas personas fueron aciertos que no llega de ingenieros iluminados sino desde el lugar del usuario común.
Como dice Mathew Ingram en GigaOm, la desaparición de Google Buzz y Jaiku -similar a Twitter y comprado por Google en 2007- nos deja dos importantes lecciones. Primer lugar, que la gente quiere compartir cosas pero le preocupa la privacidad. En segundo término, que no basta construir aplicaciones y plataformas para sentarse a esperar que las personas las utilicen. Hay que observar a los usuarios para ver lo quieren y facilitar que terceros puedan desarrollar soluciones para ellos. Algo que Twitter ha sabido hacer casi a la perfección.