“Solía ser fácil. Sólo necesitabas un sitio web. Hagas lo que hagas hoy en la web, es una pesadilla si querés optimizar tu presencia”. Loic Le Meur, de Seesmic, escribió en su blog lo que muchos emprendedores y directores de proyectos están pensando: el ecosistema de la web se está convirtiendo en una jungla.
Llegaron los smart phones y la necesidades de desarrollar aplicaciones para iPhone, Android y –con el acuerdo entre Nokia y Microsoft– Windows Phone 7. Ahora las estrellas son las tabletas como iPad y, dentro de poco tiempo, los dispositivos tácticles basado en Android 3.0 también serán populares.
Además, cada fabricante tiene su propia App Store como Apple y, recientemente, Google. Cada uno con sus requisitos y entornos de desarrollos que obligan a que sean proyectos independientes. Pero hay más: todos quieren replicar el modelo de Apple y ahora los operadores analizan lanzar sus propias plataformas (al menos, Telefónica ya lo hizo). Y en mucha ocasiones, también hay que hacer acuerdos directos los otros fabricantes.
El escenario es complejo por varias razones. El crecimiento orgánico de la web es natural, lógico y saludable pero no deja de ser un dolor de cabeza para quienes buscan diferenciarse.
Un buen sitio no alcanza. Un buen posicionamiento tampoco. La presencia en redes sociales ya dejó de ser novedad. Llegar a los líderes de opinión es cada vez más difícil. Y el mundo de las aplicaciones es complejo de gestionar porque se trata de un espacio cerrado donde cada fabricante hace y deshace a voluntad.
¿Realmente todo producto o servicio necesita de web + SEO + Social Media + Apps para el dispositivo de moda? ¿Hasta cuando se le seguirán sumando capas a la web?
La salida parece estar en HTML5, la esperada nueva versión del lenguaje en cual se escribe la web que se ha mantenido prácticamente inalterable por más de 10 años. Sin embargo, la aprobación del estándar se demora y mientras tanto la tecnología y los creadores de software siguen avanzando.
Mientra tanto, es probable que leamos más post como los de Le Meur.
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