Cuando pensamos en Google se nos viene a la mente el lugar perfecto para trabajar. Una compañía líder, innovadora y llena de gente con talento. Además, tiene unas hermosas oficinas y el 20% de nuestro tiempo es para pensar nuevos proyectos.
James Whittaker escribe un interesante post donde cuenta porqué decidió pasar a las filas de Microsoft y dejar la compañía de Montain View. Y básicamente relata lo que cualquier empleado puede cuestionar a su empresa: excesiva burocracia, más apego al dinero que la innovación y la falta de reacción para adatarse a los cambios.
Para Whittaker hay un viejo Google donde el solía trabajar y se premiaba la innovación, el talento y los empleados sentían estar escribiendo una parte importante de la historia de Internet. Gmail y Chrome son el ejemplo del emprendimiento de empleados en los niveles más bajos de la compañía. En contraste, Wave y Buzz fueron esfuerzos informales para competir con Facebook que terminaron creando productos, paradójicamente, antisociales.
Puede ser que el texto de Whittaker sea parte de la guerra que libran Google y Microsoft en campañas publicitarias y blogs. Pero no deja de ser cierto que Google sigue perdiendo ese halo de lugar ideal para revelarse que sus objetivos son conseguir mejores negocios, aventajar a la competencia y pelear palmo a palmo su liderazgo a cueste lo que cueste. Lo que hacer cualquier empresa, en pocas palabras.