La frontera que separa las convicciones de los negocios se está haciendo cada vez más difusa en Google. Por un lado, uno de los principios que abrazó la compañía como es la neutralidad de la red está en entredicho a raíz de un reciente acuerdo con la operadora de telecomunicaciones Verizon para impulsar «servicios diferenciales». Por otra parte, la resistencia a usar datos privados de los usuarios para mostrarles publicidad es cada vez menor según un artículo de The Wall Street Journal.
Neutralidad y privacidad son dos principios que Google ha defendido a rajatabla pero que ahora matiza. La fuerte presión de las teleoperadoras para comenzar a cobrar por otra ventanilla y el ascenso de las redes sociales que concentran un volumen muy fuerte del tráfico en Internet están empujando a Google a replantearse sus principios.
Una neutralidad a medias
Voy a intentar explicar el principio de neutralidad de la red de forma muy sencilla. Si ya lo conocés, podés saltar estas líneas. Juan, María y Pedro contratan el mismo plan con la empresa PepeNet para que les brinde conexión a Internet. Juan descarga series vía P2P, María mira videos en YouTube y Pedro juega en red con sus amigos. El principio de neutralidad de la red define que PepeNet transmite los 3 tipos de datos asignándoles a cada uno la misma relevancia. Es decir, las empresas de telecomunicaciones deben tratar todos los datos exactamente iguales sin distinguir de qué tipo de contenido se trata. Ver videos no es más importante que jugar en red o las descargas P2P.
Pensemos otra analogía: el Estado de derecho garantiza que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley: las leyes se aplican del mismo todo a todas las personas sin importar su condición social, ideología, creencias, etc. La neutralidad de la red es algo similar pero para los datos: todos los datos tienen la misma importancia para ser transmitidos sin importar que tipo de información transmiten.
El acuerdo entre Google y Verizon básicamente establece que hay dos tipos de redes: las de cable y las móviles. El principio de transparencia se aplica para las primeras, pero se matiza las segundas. Para Google, las conexiones de Internet inalámbrica son un sector más competitivo y móvil por lo cual se puede tolerar cierta discriminación siempre y cuando se haga con «transparencia».
Traduzcamos esto a la práctica: los videos de YouTube en el terminal móvil de PepeNet se descargan más rápido porque existe un acuerdo entre ambas compañías. PepeNet le cobra al usuario que recibe los contenidos, pero también recibe una «compensación» de la empresa productora de contenidos por usar su red.
También se podrían prohibir la conexiones Voz IP, el tráfico P2P o «privilegiar» las videoconferencias que se realicen por un software con el cual la empresa de telecomunicación haya firmado un acuerdo. Así las empresas operadoras abren otra boca de ingreso y los grandes productores de contenido se blindan frente a las nuevas compañías que puedan surgir. Enrique Dans explica claramente el escenario sombrío que supone este acuerdo cuyos términos habían sido anticipados por The New York Times (vía DenkenUber).
Datos no tan privados
¿Cuáles son los límites de Google a la hora de beneficiarse de la inmensa cantidad de información que posee sobre lo que la gente hace en Internet? Con esta pregunta la periodista Jessica Vascellaro abre una excelente nota en The Wall Street Journal sobre un tema difícil y controvertido: la privacidad en Internet.
Si hasta ahora Google no había comenzado a utilizar la enorme cantidad de datos que tiene sobre los usuarios de Internet es porque no ha querido. Sin embargo, sus competidores hacen uso de esta información y permiten a los anunciantes direccionar y focalizar mucho más sus campañas publicitarias.
Planteemos otro ejemplo. Si soy una empresa que vende autos puedo usar el servicio AdWords de Google para «comprar» ciertas palabras clave en los resultados de búsqueda. Cada vez que un usuario escriba «auto» o «coche» en el buscador de Google puedo mostrar mi anuncio. En Facebook, por contrapartida, compro datos personales para direccionar un anuncio hacia jóvenes de 25 a 35 años, solteros, con estudios universitarios y que sean fanáticos de un grupo de rock que próximamente se presentará en su ciudad y cuyo concierto voy a patrocinar.
Lo interesante es que muy probablemente Google pueda obtener este tipo de información también ya que el 75% de los usuarios globales de Internet usaron algún servicio de Google según comScore. Hasta ahora los fundadores de Google Larry Page y Sergei Brin se habían mostrado bastante renuentes a emplear información personal de los usuarios para determinar los anuncios que ve. El hecho que Gmail escanee los correos para mostrar publicidad ya es objeto de fuerte controversia.
Sin embargo, los tiempos están cambiando y la web social es una demanda de los anunciantes que quieren información personal específica para plantear sus estrategias de marketing. Con Gmail, Google Docs, Analytics y las páginas de perfil Google tiene muchísima información sobre sus usuarios. Pero por política de la compañía esta información no se cruza y cuando realizo una búsqueda los anuncios no se basan en mis correos personales. Al menos hasta ahora.
Según señala Vascellaro en su nota, Page se oponía fervientemente al uso de cookies para recoger información sobre los usuarios. A pesar de ello Google compró a Double Click que hacía exactamente lo contrario y comenzó a usar cookies en las páginas donde vendía anuncios destacados. Brin, aun más reacio que su compañero para colocar anuncios sobre la base de intereses de los usuarios, también ha cedido en su postura.
Don’t be the evil es parte de la cultura coporativa de Google y refleja el espíritu idealista de que se puede ganar dinero sin vender el alma al diablo. Pero ahora que los datos personales se están convirtiendo en una joya valiosa que la compañía atesoró por mucho tiempo, quizás se permita alguna travesura para seguir haciendo negocios.