Desde hace tiempo se viene hablando de la importancia del software como servicio, es decir, dejar de vender licencias de un código empaquetado para ofrecer servicios de valor añadido a los usuarios. Es la tendencia que siguen muchas empresas que desarrollan software libre: liberan gratuitamente el programa para los usuarios pero ofrecen servicios de consultoría, soporte técnico o actualizaciones por una cuota regular.
Es también la tendencia del cloud computing o «computación en nube». En lugar de bajar e instalar el mismo programa en cada computadora, mejor acceder remotamente a él a través de Internet. Desde un único lugar se controla el software, el hardware que lo soporte, las actualizaciones y los problemas que puedan surgir. El usuario lo único que hace es concetarse y usuarlo… como un plug & play pero de software.
Hace unos días leí una entrevista a Eugene Kaspersky -fundador de la empresa que desarrolla el antivirus del mismo nombre- con una buena metáfora para explicar la diferencia entre hacer un programa o ofrecer un servicio.
«Hacer un programa es una cosa y ofrecer un servicio, otra. Siempre pongo este ejemplo: ¿se puede construir un hotel con la filosofía del software libre? Pues claro que sí. Es cuestión de ponerse de acuerdo entre varios, desplegar conocimientos, ponerlos en común y empezar a poner ladrillo sobre ladrillo. Sin embargo, cuando el hotel ya está construido, ¿podemos atenderlo 24 horas? Eso es servicio. Y lo más importante en la industria de los antivirus son las actualizaciones».