La cifra impacta: el 15,6% de la población mundial se conecta a Internet según un informe difundido la semana pasada por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. La pregunta del millón es siempre la misma: ¿Sirven estas estadísticas?
Dice un viejo chiste que un estadista podría tener la cabeza en el horno, tener los pies sobre el hilo y decir que en promedio se encuentra bien. Es lo que ocurre en este caso: hay zonas muy calientes y otras demasiado frías. En el mundo industrializado más de la mitad de los ciudadanos han navegado alguna vez, mientras en los países en desarrollo apenas alcanza al 8,5%. La brecha digital se continúa ampliando.
Si ponemos la lupa sobre el tipo de conexión a Internet las asimetrías se profundizan: las conexiones de banda ancha han crecido mucho en los países desarrollados y de hecho un tercio del total de conectado en el mundo lo hace de este modo. En Estados Unidos ya el año pasado el 63% de los usuarios navegaba sin preocuparse por los pulsos telefónicos.
¿Cuáles son las razones que, según el informe, provocan el retraso de conexiones de alta velocidad en países poco desarrollados? Dos fundamentalmente: falta de competencia entre empresas lo cual redunda en precios elevados y deficiente infraestructura fuera de los centros urbanos.
Las soluciones sugeridas son muy lógicas pero muchas veces muy difícil de implementar por diversos motivos: el Estado debe desarrollar normativas que alienten la competencia, aumente la conectividad y reduzca los precios, y poner su parte en la mejora de la infraestructura. Las conexiones inalámbricas podrían ser una buena solución para abaratar costos.
Justamente un terreno en que los países más pobres llevan la delantera es en las comunicaciones móviles: la tasa de penetración en algunos países con bajo nivel de desarrollo supera el 100% -es decir, más de una aparato en promedio por persona- mientras que en algunos países en mejores condiciones no llega al 10%, indica el informe.
¿Qué ocurre en el sector de las empresas? Prácticamente el 100% de las empresas ubicadas en países desarrollados acceden a Internet, mientras que aquellas que se encuentran radicadas en estados con menor desarrollo tienen tasas de distribución muy variadas y poco uniformes. Un dato interesante: entre las empresas del tercer mundo que tienen un sitio web la conectividad es mucho mayor respecto de aquellas que no tienen una cara gráfica en la red.
Mirando hacia el interior de los países poco desarrollados las diferencias persisten. Del total naciones menos ricas que exportan servicios basado en la tecnología de la información más de tres cuartas partes corresponde a Asia (77%) y le siguen muy lejos América (10%) y África (7%).
A pesar de todo el informe cierra con un pronóstico alentador: Si la creación de la World Wide Web y las principales empresas que operan sobre ella como Yahoo, Google, Amazon o eBay no provino de compañías establecidas sino emprendedores y científicos ambiciosos, es posible que la próxima revolución provenga de una economía en desarrollo. Si hace bien los deberes.