Un día se te antojó una torta de chocolate y buscaste algunas recetas en la web. Desde entonces, parece que los libros de repostería, las marcas de chocolate y los bazares online te persiguen por donde quieras que vayas en Internet ¿Casualidad? No, remarketing.
En principio, la idea es buena: recibir avisos de productos que consultas o visitas. Pero llevada a sus límites, es una pesadilla. Porque ahora estás a dieta y no te interesan más las tortas de chocolates. O porque buscaste algo para un amigo, tu pareja o tu hijo y las publicidades te siguen acompañando semanas después de que ya conseguiste tu regalo.
No exagero. En mi caso, estuve buscando información sobre elementos seguridad industrial para un proyecto y por bastante tiempo me ofrecieron desde comprar un arnés para trabajo en altura hasta recargar matafuegos o cursar la carrera de seguridad e higiene. Nada que me interesara sino una ingeniería de marketing extramademente lineal: si el usuario mengano hace búsquedas sobre un tema, lo llenamos de publicidad sobre el mismo. Y listo.
Opciones para el anonimato en la red
Una opción rápida: usar la ventana de incógnito que ofrecen los navegadores. No es la mejor solución del mundo, pero al menos suponemos que la información recolectada morirá cuando cerremos la sesión.
Algo más sofisticado sería investigar un poco y comenzar a instalarse algunos plugins y complementos al navegador para bloquear avisos como Adblock. Pero algunos sitios ya comenzaron a detectar la presencia de este tipo de software.
Sin embargo, mi primera objeción es moral: realmente quiero que los sitios que visito puedan sostenerse en el tiempo y pagar sus cuentas (ver este muy buen artículo de Hipertextual a respecto). Y entiendo que el primer recurso que hechan a mano es la publicidad. No con banners que cubren toda la página, interstitiales que tardan siglos o publicidades en video que rápidamente saltamos. Pero mientras buscan soluciones mejores, quiero darles la chance de que ganen dinero sin espiar mis movimientos online.
En un nivel de sofisticación mayor, podemos emplear opciones como Tor. Básicamente, este software actua como un intermediario entre nosotros y nuestro provedor a Internet (pongamos, InterPhone). De forma simple: En lugar de yo solicitar desde mi PC a InterPhone poder ver tal página, ese pedido se canaliza a través de Tor. Para quien esté realmente preocupado por la privacidad, sería la opción más recomendable.
Finalmente, una alternativa interesante es contar con algún programa que nos permita manejar el nivel de privacidad con el cual queremos navegar de forma simple. Una de estas opciones es Steganos Online Shield. Ofrece un poco de todo: desde encriptar el tráfico de datos al modo de Tor, hasta bloquear anunciones, prevenir rastreos, borrar cookies u ocultar el navegador.
Lo bueno de este software es que se pude controlar con facilidad qué nivel de privacidad queremos. Por ejemplo, si los banners publicitarios son realmente tortuosos podemos activar la opción de eliminarlos. Si queremos navegar un rato sin dejar rastros se puede hacerlo con un clic. Y, algo bien interesante, podemos navegar por la red simulando el acceso desde diferentes países ¿Por qué? Porque muchos sitios ofrecen contenidos diferentes de acuerdo al país desde donde te conectas. Eso sí: mientras las demás alternativas son gratuitas por esta hay que pagar unos USD 45 / EUR 37.