Esta nota sale un poco de la temática del sitio. Es una entrevista hecha a Quino en abril de 2000 cuando trabajaba para el diario Puntal . Me dio mucha alegría encontrarla cuando revisaba algunos CD viejos. Probablemente hoy la escribiría muy diferente, sin embargo acá la dejo tal cual fue publicada.
Joaquín Salvador Lavado hace más de tres horas que está sentado y firmando libros. Claro que a cada uno de sus lectores que llegan a la Feria del Libro les inscribe un nombre infinitamente más familiar: Quino.
El dibujante mendocino nació un 17 de julio de 1932. Pronto su familia buscó un apodo para sustituir su nombre, que ya era patrimonio de un tío suyo. Ese mismo tío fue quien despertó su vocación de dibujante. Recién al ingresar en la escuela primera supo que su verdadero nombre era Joaquín, algo que -según él- lo llenó de angustia.
A cada persona que llega al stand de Ediciones de la Flor en la Feria del Libro la recibe con una sonrisa, le pregunta su nombre y la despide con un dibujo. La cola es larga y por ella desfilan cientos de admiradores.
Nadie se atreve a interrumpir el encuentro del autor con sus lectores. Quienes lo conocen de cerca afirman que tiene un respeto casi reverencial por el público que se acerca obtener su firma.
“La gente hace cola por bastante tiempo y me parece que no se la puede tener esperando”, dice Quino y luego y confiesa: “Primero prefiero los lectores, luego los periodistas”.
Lentamente el stand se va despejando y vuelve a recuperar su quietud. La marea humana se ha disipado y ya no queda ningún reclamo pendiente, ningún libro que firmar. Por si acaso -y para evitar interrupciones- Quino señala la puerta que da a una pequeña pieza e invita a ingresar.
“Acá vamos a estar más tranquilos”, dice y hace una pausa antes de comenzar la charla.
-¿Usted tiene un contacto especial con sus lectores? Es mucha la gente que recibe en la Feria del Libro.
-Sí, afortunadamente sí. Lo lindo es que puedo conocer al público que lee las cosas que yo dibujo.
-¿Es diferente el humor de tira como Mafalda del resto de sus dibujos?
-Las páginas de humor que yo hago las hacía antes de dibujar a Mafalda, Las seguí haciendo mientras dibujaba Mafalda y las continúo dibujando ahora. Para mí no hay diferencia entre la gente que lee Mafalda o lee mis páginas de humor.
Quino es tímido. Muy tímido. Hablar de sí mismo no le interesa demasiado y el diálogo se desvía hacia otro tema.
-¿Cuál es el panorama actual del humor gráfico en el país?
-Lamentablemente, hay menos revistas. Es más difícil publicar para los jóvenes aunque creo que, dentro de todo, van encontrando su espacio.
-¿Los diarios, por ejemplo?
-Hay diarios grandes como La Nación, por ejemplo, que han dado bastante espacio a la gente nueva.
-¿Le gusta el humor de los nuevos dibujantes?
-Sí. Lo que pasa que cuando hablamos de gente nueva decimos personas de treinta y pico de año. No son ningunos pibes -dice, y se relaja en una extensa sonrisa. Ahora se siente más cómodo.
Comenzó a dibujar a los dos años. “Como todos los chicos. Claro que mucha gente después deja: los dibujantes no dejamos”, aclara.
A los trece ingresó en la escuela de Bellas Artes de Mendoza. Cuatro años más tarde la abandonó “cansada de dibujar ánforas y yesos”, según declaró en algún otro reportaje. Pronto descubrió que lo suyo es la historieta y el humor.
-Empecé a publicar a los 21 años. Fue en un semanario de actualidad sociopolítica en el año ’54 -, cuenta. Fue en la publicación porteña “Esto Es”.
Antes debió mudarse a Buenos Aires, una misión que había intentado de más joven sin éxito alguno: debió regresar a su Mendoza natal luego de permanecer tres meses en la gran ciudad sin conseguir que nadie publicara su trabajo.
Hoy, rememora aquellas épocas y pide un espacio para las generaciones más jóvenes puedan mostrarse.
-Los chicos más chicos si tienen realmente la necesidad de encontrar un espacio donde publicar sus cosas -, dice con voz seria.
-¿Existe diferencia entre el humor suyo y el de los nuevos dibujantes?
-Esta es una generación que por ahí está más ligada a la cultura del video y la imagen móvil que a la gráfica. También tienen otro tipo de influencia. Por ejemplo, de la historieta japonesa, que es otro tipo de influencia de la que tuvimos nosotros.
-¿Lee humor extranjero?
-Veo, pero no mucho. Lamentablemente, acá no es demasiado lo que llega.
-¿Cómo es hoy el humor gráfico?
-Se hace mucha sátira política con caricatura de personajes. Pero humor humor, como el que hacemos el negro Caloi, como las páginas de Fontanarrosa, y lo que hago yo, vamos quedando pocos.
De la publicidad a la mirada crítica de la sociedad
Mafalda fue dibujada por primera vez en 1963 para una publicidad de la empresa de electrodomésticos Manfsield. La campaña exigía que algunos de los personajes debieran comenzar por la letra M. Pero la compañía no le hizo lugar al personaje de Quino, quien se quedó con unas pocas tiras que serían publicadas al año siguiente.
Las tres primeras secuencias de Mafalda encontraron lugar en la revista Leoplán. Después, el personaje se mudó al semanario Primera Plana donde comienza a aparecer con regularidad.
En su historia, Mafalda pasó por el diario El Mundo, la revista Siete Días y posteriormente comenzó a ser publicada por Ediciones De la Flor. Se tradujo a varios idiomas: francés, portugués, alemán e italiano, edición esta última que tuvo prólogo de Umberto Eco.
El 25 de junio de 1973 Mafalda aparece por última vez en Siete Días. Su autor decidió no dibujarla más.
Quino es un poco renuente a hablar de ella. Hace más de 30 años que dejó de dibujarla. Sin embargo, el tema sobrevuela la charla y sobre el final de la entrevista llega la pregunta.
-Mafalda marcó toda una época en una la historieta argentina ¿Cómo llegar la decisión de no dibujarla más?
-Bueno, la dibujé durante diez años en una época bastante irrepetible y cuando parecía que el mundo cambiaba para mejor. Creo que es lo que hoy transmite Mafalda todavía. Le sigue gustando a la gente porque sigue diciendo que el mundo puede cambiar para mejor.